NATURALEZA – El Lagarto ocelado

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«Observando al lagarto ocelado”.

Gracias a nuestro amigo Joaquín  podemos ver la vida este bonito e interesante reptil. Actualmente no es nada fácil localizar y poder grabar al considerado como mayor lagarto europeo (Timon lepidus), al contrario que en décadas pasadas se podían ver con más facilidad por caminos, viejas paredes de piedras, troncos caídos de encinas o de viejos olivos. 

Características

El lagarto ocelado (Lacerta lepida), es un lagarto propio de Europa y del norte de África. Puede llegar a medir 70 cm de longitud. Es el mayor lagarto europeo. Es de color verde y tiene dos franjas azules en el dorso. Es un lagarto robusto, con cabeza ancha y patas gruesas y fuertes armadas con garras largas y curvadas. El lagarto ocelado es omnívoro y muy voraz. Se alimenta de gusanos, arácnidos, insectos con buen tamaño, pequeños mamíferos, huevos de aves, otros lagartos y lagartijas, pollos, etc. A veces se alimenta de algunos frutos, sobre todo si son dulces. Este lagarto hiberna de noviembre a febrero en madrigueras abiertas en el suelo. Después de hibernar se mueve durante el día, buscando el sol. Soporta muy bien las grandes calores. A pesar de su corpulencia es un lagarto muy ágil, no solamente para moverse sobre el suelo sino también para escalar. Esta habilidad lo salva en muchas ocasiones de sus depredadores. Este lagarto también se protege con sus mandíbulas, ya que muerde con mucha fuerza cuando se siente atacado.  Las parejas de lagartos ocelados permanecen unidas durante todo y son muy territoriales. Para defender los territorios, los machos pelean con frecuencia durante la primavera. En abril, pero sobre todo en junio, la hembra excava un  nido y pone los huevos. Suelen poner de 17 a 20 huevos. Después de tres a cinco meses, salen los lagartos del huevo.

Hábitat y distribución

El lagarto ocelado se distribuye por toda la Península Ibérica salvo la Cornisa Cantábrica. También está presente en el norte de África y la región mediterránea de Francia.

Sus hábitats son muy variados, normalmente secos y muy soleados, como zonas de matorral, viñas, olivares, etc. Vive en todas las altitudes hasta los 2.000 metros.

El lagarto ocelado es una pieza clave del ecosistema. Por eso es importante conservar la buena salud no sólo de sus poblaciones, sino también de su hábitat.

Reproducción

Las parejas de lagartos ocelados permanecen unidas todo el año y son muy territoriales. Para defender estos territorios, que son extensos, los machos pelean con frecuencia durante la primavera, aunque sin mayores consecuencias.

Los coitos son también violentos; el macho y la hembra se muerden mutuamente.

A partir de abril, pero sobre todo en junio la hembra excava un nido y hace la puesta, que consta de 17 a 20 huevos. Después de tres a cinco meses, entre septiembre y octubre, tiene lugar la eclosión.

Las crías tardarán tres o cuatro años en alcanzar la madurez sexual y empezar a su vez a reproducirse.

Alimentación y costumbres

El lagarto ocelado es omnívoro y muy voraz. Se alimenta de insectos grandes (sobre todo coleópteros y saltamontes), arácnidos, gusanos, pequeños mamíferos, huevos de aves, pollos, otros lagartos y lagartijas, etc. No le hace ascos a algunos frutos, sobre todo si son dulces.

Hiberna de noviembre a febrero en madrigueras abiertas en el suelo o bajo la maraña. Cuando despierta de su letargo, se mueve exclusivamente durante el día, buscando el sol. Soporta muy bien los grandes calores; consigue estar más refrigerado desplazándose únicamente sobre las cuatro patas y levantando la cola. De esta forma también es capaz de correr muy rápidamente.

A pesar de su corpulencia, es muy ágil no solamente a la hora de desplazarse sobre el suelo, sino también para trepar. Esta habilidad lo salva en no pocas ocasiones de sus depredadores, de los que huye trepando velozmente por los troncos de los árboles.

Otra estrategia para librarse de convertirse en comida es simplemente soltar la cola en las garras de su cazador gracias a un punto existente entre las vértebras que puede romper rápidamente. Esta automutilación no es peligrosa para el lagarto, que es capaz de hacer crecer otra cola.

Pero no usa sólo técnicas defensivas; también muerde con mucha fuerza a sus atacantes y no suelta fácilmente.

Los árboles, además de para huir, también les sirven de refugio, ya que se resguardan en huecos de los troncos. Además los más grandes pueden ocupar antiguas madrigueras de conejos.