«SELU» Un chico de una pasta especial

SELU
José Luis Salas, de 13 años, es el meta del Huévar, un rol que ha asumido pese a la ausencia de su antebrazo izquierdo. Debutó en diciembre y desde entonces es el auténtico héroe de la plantilla

José Luis Salas Borrego, Selu para sus amigos de la pandilla, es un joven simpático de Huévar del Aljarafe, el lugar en el que nació el 9 de julio de 2004. Su historia, anónima para el fútbol andaluz y un reclamo para los miles de jóvenes que han luchado contra los estereotipos y las adversidades físicas desde la niñez, es la de un héroe de una pasta especial. Selu, madridista confeso por herencia familiar y fiel admirador del meta del Real Betis Antonio Adán, aprendió a crecer sin su antebrazo izquierdo, un reto para alguien que un día de diciembre decidió calzarse los guantes y ser portero. «Lo tenía claro desde que era un crío», confiesa su padre, José Luis, y junto a su madre, Rocío, su principal apoyo.

Selu se crió en la cantera del Huévar, en la que siempre fue un curtido lateral izquierdo. Hasta que, a finales del pasado mes de diciembre y a causa de la ausencia de un guardameta, decidió retar a la vida y a las propias leyes del fútbol para lucir el ‘1’. El conjunto albiazul, encuadrado en el grupo IX de la Cuarta Andaluza infantil, encadenaba seis derrotas consecutivas en la Liga cuando el otrora zaguero decidió custodiar la portería de su equipo. El 1-1 final generó la admiración de sus compañeros y de los rivales. Aquel día nació la historia de un referente anónimo que es un auténtico símbolo para los jóvenes.

Selu ama el fútbol desde que era un niño de apenas 4 años, cuando decidió enrolarse en la fábrica del Huévar. Su padre, madrileño de nacimiento y madridista de corazón, había militado en el Huévar y en el extinguido San Miguel de Castilleja del Campo, con el que intervino en varias fases de ascenso a la antigua Regional Preferente. José Luis, al que los médicos jamás detectaron el problema de desarrollo de su antebrazo izquierdo, se curtió en la portería durante los entrenamientos y en la plazoleta. Fue en la calle y rodeado de amigos donde cultivó la admiración a Antonio Adán, el guardameta del Real Betis, y a la generación de estrellas del Real Madrid, el club que decidió invitar a su familia a un Real Madrid-RCD Espanyol de 2013.

«Conocimos a Roberto Carlos, Cristiano Ronaldo, Mourinho y Özil. Para él fue una noche muy especial», recuerda con cariño su padre, de nombre José Luis y que el día del nacimiento de su retoño prometió que no lloraría nunca más. «Y lo he cumplido. Para mí es natural», asume en un gesto de cariño sincero. En Valencina de la Concepción, Diego de Paz, un mito del baloncesto en silla de ruedas a nivel nacional, le felicitó personalmente por su capacidad de amor propio. José Luis, con una madurez sobrenatural, ha roto las leyes del fútbol y se ha encargado de ser un auténtico ejemplo allende las fronteras de su Huévar natal. «Al principio sí le hablaban mucho los rivales, pero ya se va conociendo su historia y es algo normal», apunta su padre, hijo de un policía nacional afincado en Madrid, amante de la Semana Santa y madridista hasta el tuétano.

José Luis, que ha sido capaz de generar la admiración de sus oponentes, no se plantea el futuro. «Se ha ilusionado porque estamos informándonos para ver si podría jugar en un equipo con chicos como él, pero tampoco es un tema que nos preocupe. Queremos que siga disfrutando», admite. Deportista nato y amante de la Play Station, una de sus debilidades desde que era un niño risueño e inquieto, este héroe de carne y hueso ha burlado las fronteras de la vida después de descender el Sella en canoa, practicar barranquismo en Asturias, ser un auténtico pez en el agua en la natación o ascender un rocódromo. Los ídolos son de carne y hueso. Un chico especial. Naturalmente especial.

EL DECANO
BERNARDO RUIZ /
SEVILLA /
26 FEB 2018