El romero en Sevilla puede salir caro

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El romero y leer la mano puede salir caro en Sevilla

Depende del día. Todas gitanas, españolas y de distinta edad. Se mueven especialmente por Plaza de España y Catedral de Sevilla. Abordan a los transeúntes, quieran o no. Se dicen videntes y enseguida te cogen la mano para leerla. A veces, las dos. Ya te han ofrecido una ramita de romero. Su tarifa entre cinco y 10 euros por mano leída. Si no lo consiguen, no tienen ningún reparo en desearte toda la mala suerte del mundo.

Los turistas que hacen cola para entrar en la Catedral de Sevilla o pasean por el entorno del Archivo de Indias se encuentran con un regalo envenenado. Allí están ellas. Suelen ir en grupos de cuatro o cinco. Las mayores, con faldas largas. Las más jóvenes, con pantalones de chandal ajustados y de colores llamativos.

Estas mujeres se dedican a vender romero o una planta que tiene la misma apariencia, porque ellas las arrancan de los setos que rodean el Archivo de Indias. Les da igual todo. La única intención es buscar la forma de acercarse al turista desprevenido. Como si de un ñu que va a beber agua a un lago lleno de cocodrilos se tratase. Ellas te abordan, te dicen que te regalan el romero y que da suerte. Ante esa propuesta, el extranjero pensará “qué simpáticos son estos andaluces” y terminará aceptando el romero. Craso error.

En ese momento es cuando todo empieza cuesta abajo y sin frenos. La voluntad es a partir de los cinco euros. Si nuestro querido foráneo no ha huido le cogerán la mano para “leérsela” y contarle el futuro. La cuenta asciende.

Muchas veces se han conocido casos de turista que ha sido esquilados en el entorno de la Catedral. Un entorno por el que pasan Policía Local y Policía Nacional constantemente.

Esta práctica, con la ordenanza municipal en la mano, está prohibida. El artículo 33 de las ordenanzas dice lo siguiente: “Se prohíben aquellas conductas que, bajo la apariencia de mendicidad o bajo formas organizadas, representen actitudes coactivas o de acoso”. Buen resumen de lo que ocurre en el entorno del templo metropolitano.

El Ayuntamiento no hace nada, la Policía hace la vista gorda y los turistas siguen siendo timados. Cuando un extranjero llega a Sevilla se lleva esa imagen. Eso también le hace mucho daño a la ciudad. Hace unos años hubo un proyecto de regularizarlas y que fuesen uniformadas.

Las ordenanzas están para cumplirlas todas, no sólo la de veladores en el entorno de la Campana. En este caso se ve el flagrante incumplimiento de dicho artículo por estas señoras y la vista gorda que hace el Ayuntamiento y los agentes encargados de que la ley se cumpla.

La trampa de leer la mano

Y se hace la señal de la cruz. Tontería esquivarlas. Te persiguen por toda la calle. Por deferencia, una mujer se para. Le advierte que no quiere que la lean la mano. Nada. Ya se la ha cogido. El resto de los transeuntes, con las prisas a las que estamos acostumbrados en una gran ciudad, observan la escena con compasión y lástima. «¡De la que me he librado!», piensa más de uno.

Y empieza la letanía. «Se nota en tu rostro que has sufrido mucho. Pero ya no. Tienes buena salud y vas a morir de vieja, muy vieja. ¡Ah!, padeces de la espalda», asegura la gitana, que no deja meter baza a la paciente señora ni que le diga que no quiere seguir con ese teatro. «Pues no. La espalda la tengo bien», explica la señora incapaz de zafarse de la situación.

¡Para qué más!. Ese breve diálogo le sirve a gitana para persistir en su «trabajo». Enseguida, las líneas de la mano. «Sí, sí. Tu vida va a ser larga. Tienes dos hijas (eso es cierto) y vas a tener nietos muy sanos», sigue la presunta vidente sin soltar a su víctima.

«Eres –prosigue María– muy alegre y das todo lo que tienes. Y todo eso que tienes lo has ganado tú, con tu trabajo; sin quitárselo a nadie». A esas alturas, la mujer ya no sabe como quitarse de encima a la parlanchina. Pero varias de sus «colegas» están al acecho para que no se escape. El resto, va y viene a la caza de nuevos pardillos.

En los comercios saben bien de la presencia diaria de estas mujeres. Son viejas conocidas. «No somos racistas pero espantan a la gente»,aseguraba ayer el encargado de una cafetería en la calle del Carmen. «Se ha dado cuenta a la Policía Municipal pero dicen que no hay ningún delito… Bueno, bueno, se sacan un buen dinero a base de avasallar», comenta un camarero.

El calvario de la señora va a más. «Veo a un hombre en tu vida… Dime cómo se llama», pregunta la gitana. «¡Hasta ahí hemos llegado!», dice la mujer mientras tira de sus manos.

–«Pues págame», exige la vidente.

–«¿Qué?. Te doy la voluntad…»

–«Nada de voluntad. Son 10 euros por cada mano»

–«Ni lo sueñes. Además, llevo un billete de 50»

«Te doy cambio», replica la gitana.

…….Cualquier día, las vemos con máquina para pagar con visa. Al tiempo.